Conosca donde tomar un buen Pisco en Peru


Quizás sea un poco exagerado escribir que todos los caminos conducen al pisco. Pero, en este caso, la exageración puede justificarse por la chispeante animación originada por la bebida de bandera. Y en Moquegua –una tierra de sol casi perpetuo– vaya que lo saben. En estas tierras hay que catar y agasajar el paladar con un mosto verde o un acholado. También con un buen puro o un maceradito de damasco, típico y emblemático en una región donde el sembrío de la vid y la reputación de sus bodegas no es cosa nueva, es parte de una tradición que empezaría a echar raíces en las última décadas del siglo XVI.

ANDANZAS PISQUERAS
Con tales antecedentes, la ruta del pisco moqueguano es una tentadora alternativa. Y si bien ya no hay un centenar de viñas como en la época colonial, un recorrido por sus bodegas artesanales e industriales permite conocer el proceso de elaboración de la patriótica bebida y, de paso, dejarse seducir por su agradable aroma e inconfundible sabor. Pero no hay que emocionarse demasiado. El viajero debe de ser cauto, guardar cuerpo y sobriedad porque la travesía es larga y se extiende por buena parte del valle. Este peregrinaje puede comenzar con una visita a los Zapata, a seis kilómetros del casco urbano. Familia de estirpe pisquera, sucesivas generaciones han trabajado con tesón los campos moqueguanos desde el siglo XVII. Biondi es otra parada obligada.

Su historia no es centenaria, pero la calidad de sus productos y su posicionamiento en el mercado la convierten en un referente. Todo empezaría en la década del cuarenta del siglo pasado, con el arribo a Moquegua de Manuel Antonio Biondi Bernales, de origen italiano e iqueño. Años después compraría la bodega Omo y su primera tarea fue modernizarla. En la actualidad, en el fundo Omo-Los Espejos (a menos de siete kilómetros de Moquegua) se cultivan 70 hectáreas de vid. Esa es la base de las diversas variedades de pisco (quebranta, Italia, moscatel, albilla, entre otros) que se destilan aquí, bajo el principio de “la calidad no se controla, se produce”. Por esa y otras razones, el puro de Biondi recibió, en el 2005, una medalla de oro en Bruselas, Bélgica.

Si hay tiempo, se debe continuar donde los Ghersi –reminiscencias coloniales, botijas, falcas antiguas, aires de pasado– y los López –donde sus puros y aromáticos se recomiendan solos. Ambas se encuentran en la Panamericana Sur, más allá del kilómetro 1.140. Luego, un descanso y de vuelta a salir en busca de otras bodegas. Y vuelven las ganas de escribir que todos los caminos conducen a los vinos, los piscos y al museo Enográfico de los Norvill-Villegas (en la cuadra 13 de la avenida Ayacucho), también al fundo Escapalaque (a un kilómetro del centro de Moquegua), donde los Valdivia saben que “la tradición los obliga” a mantener la calidad.

Luego se llega a Parras y Reyes en La Chimba, un fundo colonial cerca al centro, como lo está San José, en La Chimba Alta, con sus tinajas del siglo XVII y varios galardones por sus piscos; y Vélez, en el caserío de Ocollita, donde se produce de manera artesanal. Un poco más lejos, a cinco kilómetros, en un paraje conocido como Estuquina, está El Cuadrante. Allí, Antonio Salas sembró parras y creó una bodega. Años después, sus bisnietos la bautizarían con el nombre de El Mocho. Hoy, los piscos de producción artesanal son su principal emblema. Es hora de volver a Moquegua… ¿o tal vez no? Falta un brindis en honor al noble destilado y en reconocimiento a aquellos que lo producen con pasión y las ganas de mantener un legado que se sustenta en la calidad. Salud con todos. Salud por todos.

Se dice que desde 1587 ya existían viñedos en la región. Eso es lo que informó el intendente Antonio Álvarez y Jiménez luego de recorrer la región. El éxito para esta actividad se sustenta en la fertilidad de la tierra, en el clima cálido y seco, la escasa altura y la persistencia de sus productores. De esta manera, se pudo mantener la tradición de la que alguna vez fue llamada la “Burdeos del Perú”, por contar con más de 1.200 hectáreas de viñedos y un centenar de bodegas que producían cerca de 30 mil botijas y abastecían a Puno, La Paz, Oruro y Potosí, Tucumán y Mendoza.

¿Cómo llegar?
Vía terrestre: Desde Lima a través de la Panamericana Sur. Distancia: 1.146 km. Tiempo de viaje: 16 horas aproximadamente. Servicio de buses todos los días.

Por vía aérea y terrestre: Vuelo Lima-Arequipa o Lima-Tacna. Desde allí por vía terrestre. Desde Arequipa la distancia es 227 km y desde Tacna 159 km.

¿Dónde hospedarse?
Hotel Colonial: US$52 la noche en habitación doble (sin incluir IGV) hotelcolonialmoqueguaperu.com
Hotel El Mirador: Ofrecen paquetes turísticos. Teléfono: 053-463851

Rutas
 El circuito tiene dos ejes viales. La Panamericana Sur y la ruta paisajística del Rayo. Por la primera se llega a bodegas como Biondi y Zapata. La otra, más cercana a la ciudad, conduce a un mayor número de viñedos, entre ellos la Sucesión Valdivia, El Mocho, San José y Don Lindolfo, por mencionar solo algunos.  

¿Qué comer?
Visita el distrito de Samegua, la Ciudad de las Paltas, donde encontrarás restaurantes con lo mejor de la comida regional. Los panes de Torata son otra delicia. También degusta los dulces que se ofrecen en el centro.

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